
¿Qué es lo que le interesa a la clase gobernante?
Mantenerse en el poder y aumentar ese poder lo máximo posible.
¿Cómo consigue ese poder?
Solo hay dos formas: a través de las armas o a través de la domesticación (o legitimación).
Gobernar por las armas es muy costoso, tienes que estar todo el día dando palos y es mucho más fácil pastorear a unas ovejas que a unos lobos, el gobierno busca formar una clase de súbditos obedientes.
Podemos decir, entonces, que los gobernantes aspiran a aumentar su poder mediante la domesticación de sus súbditos, haciéndoles creer que el Estado es bueno, sabio, inevitable y mejor que cualquier alternativa posible.
Esto se logra a través de los intelectuales, a quienes los gobernantes tratan bien, colocan en posiciones de prestigio y recompensan con honores, premios y reconocimiento a cambio de legitimarlos. El discurso de estos intelectuales es luego amplificado por los medios y termina calando hondo en la sociedad, que suele asumir sus posturas acríticamente.
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Una vez que el estado ya está legitimado y la población domesticada, ¿qué es lo que queda?
Seguir aumentando su poder.
Ya no hay prácticamente límite a lo que puede hacer el Estado. Además, con la democracia, se ha instalado la idea de que “el Estado somos todos”, “nos lo pagamos a nosotros mismos” o “los impuestos vuelven”…

Es decir, la idea de que el estado está formada por una banda de bandidos que roba recursos a la poblacion ha desaparecido.
Ya no hay resistencia de ningun tipo, el estado nos puede quitar más de la mitad de lo que ganamos, mandarnos a morir a la guerra y obligarnos a ir a sus escuelas y a nadie le parece mal que pueda hacer eso.
¿Cuál es el siguiente paso? ¿Qué más quieren?
Parece que no les basta con todo lo anterior.
Así como los gases se expanden hasta llenar completamente el recipiente que los contiene, los estados se expanden hasta abarcar el máximo poder que el pueblo les permite.
El siguiente paso es controlar la verdad, o más bien, la justicia.
Esto lo hace el estado a través del derecho positivo, es decir, todo lo que diga el gobernante que es ley es ley.
La ley emana del estado.
Esta perversión tiene su raíz en la Ilustración, donde se rompe con todo lo anterior y se forma la idea de empezar de cero, de forma racional y objetiva (cosa que realmente no es contraria al derecho natural) hacer una tábula rasa, romper con el pasado.
De ahí nacen el contractualismo y las teorías del pacto social, que inspiraron diversas revoluciones, entre ellas la tan celebrada Revolución francesa.
Tras aquel desastre, Auguste Comte creó el positivismo para ordenar a la sociedad, donde la religión no jugaba ningún papel (al menos no la cristiana) y quiso crear una religión secularizada, llamada “Religión de la humanidad”, dirigida por los nuevos sacerdotes, los científicos, siendo la Ciencia la única fuente de verdad.

Básicamente lo que hizo Comte fue sistematizar el pensamiento de Saint-Simon, al que cada vez le tengo más manía, porque no solo fue precursor del positivismo, sino que también alteró y tergiversó la teoría de las clases sociales elaborada correctamente por Charles Comte y Charles Dunoyer y se la dejó en bandeja a Marx (algo parecido a lo de Adam Smith y luego Ricardo con la teoría del valor trabajo).
Este positivismo jurídico tiene su máximo esplendor con el utilitarista excéntrico Bentham queriendo elaborar constituciones en todos los países que tuviesen la insensatez de aceptarle. Fue un duro crítico del derecho natural, al que calificó como “disparates sobre zancos”. También es el creador del famoso panóptico, que influyó posteriormente en Foucault, propuso un cálculo hedonístico para construir una aritmética moral, y dispuso que su cuerpo fuese momificado y asistiera a reuniones tras su muerte.

Este proceso positivista culminaría finalmente con Hans Kelsen, pasando antes por John Austin, discípulo de Bentham.
A partir de entonces, el derecho quedó bajo control del Estado, que se convirtió en juez y parte, traicionando así el principio clásico de los jurisconsultos romanos, según el cual la ley no se hace, sino que se descubre.
Pero de esto hablaremos en próximas reflexiones.
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